miércoles, 2 de octubre de 2013

¡Croquetas!

La primera vez que fui a Hacinas desde Valladolid mi madre me había preparado sus míticas croquetas, con poca sal en atención a mi nuevo régimen, pero aún así gloriosas.
Me he acordado de ellas (y de mi madre) al ver en la Ilíada el epíteto 'divina sal' (9.214: ἁλὸς θείοιο, en genitivo); casi se me saltaron saladas lágrimas al leerlo.
Me apresuré a apuntarlo para contárselo a mis alumnos (y a vosotros), apostillando lo de que cada lectura de los grandes libros es distinta, pero luego miré en mis notas del año pasado y resulta ya lo había resaltado; ya me había llamado la atención, aunque no por los mismos motivos. Quizá el año pasado simplemente lo vi en plan sociológico (lo cara y valorada que era la sal d'aquela).
De qué distinta manera leo ahora lo de la 'divina sal', ay.

3 comentarios:

  1. Sí, divina sal marina. Pero, yendo al grano, Ángel (y hoy, por cierto, felicidades otra vez por otro de tus santos): en la Ilíada, ¿se habla o no se habla de croquetas? A mí me parece que acerca de esto, buscando bien, hasta se encuentra una receta en Apicio.

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  2. En la Ilíada no: en la Tebaida hay una receta atribuida a Polinices, de aquel banquete que se tomó tan a mal Edipo. Es un fragmento que se te pasó cuando la tesis.

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  3. Je; me recuerdas al cuento aquel del rey de las tres hijas, el saco de sal y los pobres pavos que no tenían culpa de nada...

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