martes, 18 de diciembre de 2012

Los Grandes Libros

En el libro de Gregorio Luri se explica muy bien el método de enseñanza de Leo Strauss.
[Tenía clase dos horas, una vez a la semana. Consistía en un] minucioso estudio de un libro a lo largo de un semestre. (...) Strauss no hacía grandes descubrimientos ni proponía teorías revolucionarias en sus clases. Simplemente leía, poco a poco, con el máximo respeto por el texto, recogiendo todos los detalles, acumulándolos y acompañando con ellos la lectura de cada nuevo párrafo para ir avanzando a la vez lineal y acumulativamente. Tenía todo en su mente y eso le permitía profundizar más y más en el texto para arrancarle nuevas interpretaciones clase tras clase. 
En St. John's College [pasmaos leyendo su lista de lecturas actual; cf este vídeo], por ejemplo explicó a Tucídides, Jenofonte, Las Leyes de Platón y Más allá del bien y del mal de Nietzsche (328). Y lo mismo había hecho en Chicago, donde reinaba un espíritu similar. Allí Robert M. Hutchins y Mortimer Adler se habían encargado de hacer una colección, The Great Books of the Western World, para facilitar esa gran conversación:
Hutchins defendía que la tradición occidental es inseparable de la gran conversación entre los grandes autores del canon que se inició en la aurora de la historia y que continúa en el presente. La civilización occidental es esa gran conversación (222).
Y en concreto, la gran conversación empieza con los clásicos griegos.
Estas son las tesis principales, recogidas por Gregorio Luri, al que como veis estoy fusilando a base de bien (con su consentimiento: es una bellísima persona), pero es que a mí es leerlas y entrarme un hormigueo de emoción como si estuviera bebiendo champán:
1. Heródoto es un escritor esotérico que ha de ser visto, con más fundamento que los autores trágicos, como el verdadero precursor de Platón.
2. La moralidad de Jenofonte es completamente esotérica. Prácticamente cada una de sus palabras es ambigua. El calificativo tradicional de "kalós kai agathós" (hermoso y bueno) era un insulto en el círculo socrático.
3. Las Leyes es la principal obra de Platón.
4. Los diálogos de Platón tienen mucho de comedia. En ellos Platón está dialogando con Aristófanes.
5. Platón nos presenta la filosofía como una tragicomedia.
6. Sócrates desarrolló una enseñanza sobre la naturaleza. Aristóteles tiene razón en la crítica que le dirige.
7.Sócrates es ateo, es decir, un filósofo. La doctrina de la inmortalidad es completamente esotérica.
8. La República es una justificación irónica de la injusticia. (175-176).
Todo gira en torno a Sócrates, claro. Strauss recoge la tesis de Alfarabi pasada por su cuñado Kraus: Sócrates no quiso o no supo utilizar las estrategias retóricas que habían desarrollado los sofistas
y su actitud intransigente lo expuso a la persecución y a la muerte. A diferencia de Sócrates, Platón comprendió que para que la filosofía fuera posible en la ciudad era necesario enseñarle a hablar al filósofo el lenguaje retórico del sofista. Esta habría sido la razón por la cual puso a Trasímaco como interlocutor de Sócrates en la República, diálogo que narra el proceso de la concordia entre el filósofo y el sofista (198).
En Hesíodo y Homero percibía Strauss la tensión entre la sabiduría accesible al poeta y la sabiduría necesaria para la ciudad. Las vicisitudes de Aquiles muestran los límites del coraje (andreia) como la suprema virtud política (311).
La comedia aristofánica destaca por su
capacidad para iluminar el estatus inevitablemente problemático de la relación entre naturaleza y ley y hacerlo de tal modo que salga reforzada la moralidad ancestral ateniense (313).
El mayor documento de la disputa entre filosofía y poesía lo constituye Las Nubes de Aristófanes. Y la mayor comprensión de la obra aristofánica se encuentra, según Strauss, en el Banquete de Platón.
Pero eso no se percibió porque los que marcaban la pauta de los estudios platónicos eran alemanes, y Alemania es incapaz de comprender la comedia. El único platonista que captó eso fue Tomás Moro (315).
Para Strauss Las Leyes es la obra más política de Platón, en la medida en que en ella se proyecta un código legislativo para una ciudad que quiere existir realmente. Es, si se quiere, un diálogo sobre el mejor régimen político que puede llevarse a la práctica, mientras que en La República se funda una ciudad en el discurso que no tiene la pretensión de exponer «el mejor orden político, sino que más bien ilumina las limitaciones, los límites, y con ellos la naturaleza de la política» (339).
El poeta sabe cosas que el filósofo parece ignorar. La principal de ellas es el apego natural de los hombres al mundo. La constatación de la naturalidad de este apego es la que impone la unión de la filosofía y la poesía y al mismo tiempo sugiere la preeminencia política de la poesía sobre la filosofía (320-321).

1 comentario:

  1. Pasmada quedéme con la lista de lecturas, sí...
    Un saludo,
    Ana.

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